No me conoces muy bien, pero si me lo permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir.

viernes, 17 de abril de 2009

persépolis

Antes de que Alejandro incendiara el palacio de Jerjes, vivia en el una muchacha magnífica.
Caminaba por los jadines sola, meditando. La gente que la veía se preguntaba que qué hacia aquella chica con la cabeza gacha, sonriente, expectante, con las sandalias en la mano, pero ella tenía una respuesta más convincente que todas las que los mirones jugaban a imaginar. Cada vez que alguien la preguntaba, se limitaba a contestar:
-Mañana no esperaré nada. Quizás entonces pase algo.

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