No me conoces muy bien, pero si me lo permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir.

domingo, 11 de abril de 2010

mi nombre

Mi nombre y mi apellido, aveces pienso en estas dos palabras durante un rato intentándo encontrar un sentido para ellas.
Es mi nombre, si alguien grita una de las dos por la calle, me vuelvo, todo el mundo me llama así. Si alguien habla de un tal Javier O. doy por sentado que soy yo, además, lo pone en mi DNI. Por tanto, si mis padres escogieron el primero y el segundo me viene impuesto, será que Javier O. soy yo.
Javier es de origen vasco y tiene varios significados, como intuitivo, pensante, desconfiado o leal, pero para mí, todos esos significados no significan nada. Es más, podría ir al registro civil y cambiarlo por Julio, Luis o Marcos, pero eso no me cambiaría, no cambiaría que soy el que soy. No cambiaría ni mis gustos, ni mis disgustos, ni mi pasado, ni mi futuro. Tampoco como me ven los demás. Mi espejo seguiría diciéndome todas las mañanas que tengo ojeras.
Es más, podría ponerme el nombre de una persona que quisiera ser y no ser esa persona.
Para el mundo soy Javier O. Para mí no. ¿Cómo te llamas? Javier. No es verdad.
Sabes el nombre que llevas, no el que tienes.
¿Y entonces como te llamas?. Yo me llamo Javier.

Ponme un nombre, que yo, te pondré el tuyo.